martes, 29 de abril de 2008

Las bellas durmientes

Bonita, delicada, inmaculada, impasible, yace en lo alto del castillo a la espera del mágico toque principesco que transforme su aletargada vida en el final feliz que todas conocemos.
Absolutamente convencida de que la realidad ha sido fuente de inspiración para los diversos autores de cuentos, en los que curiosamente la bella dama juega un rol pasivo nada heroico ni trascendental como en este.

Despersonalicemos este agente malo, negativo (hada) y trasladémoslo a los hechos que aún hoy se encuentran cómodos y latentes, muchas veces camuflados enarbolando banderas de pensamientos neoliberales, posmodernistas, con muy buen discurso pero una grandísima sutileza en la práctica de ella.

Me pregunto ¿qué era lo que le envidiaba el hada a una pequeña princesita? ¿Acaso sus poderes no le eran tan satisfactorios? ¿Sería aburrida la vida de las hadas, quizá?
Aparentemente la sola idea de que esa niña pudiera gobernar (algo que ella no podía, ni aún sus propias emociones) la sumergió en el maleficio y por proyección tampoco la niña podría controlar.

En retrospectiva la idea es analizar el pasado no para encontrar un chivo expiatorio sino para repensar cuestiones que hoy tenemos la capacidad de cambiar.
Pensemos en nuestras abuelas, madres ellas son representativas de este tipo de cárceles impuestas. No solo la circunscripción física, es decir el hábitat donde correspondía que se movieran, sino el continuo destrato del sexo opuesto, y de sus machistas mentoras por supuesto, replicas fidedignas acartonadas y pigmentadas de represión, pienso en la cantidad de sueños truncados, la consiguiente frustración, el deseo de superarse que si no les alcanzaba a ellas de alguna manera y por supervivencia del genero se lo trasladaban a sus hijas.
Muchas de ellas no pudieron cambiar sus vidas por creencias erróneas, por mandatos religiosos, por temores inducidos, pero sus vidas por mal que concluyeran ¡grito por libertad!!

La libertad en estado gravitacional que se encarna en nuestra generación comprometida por parirla, sepultando para siempre todo sistema penitenciario emocional, estoy hablando de todos los cepos socio-culturales que nos fueron impuestos, agudizando un poco mas el cuadro entran en escena los prefijos sociales, los deberes y obligaciones los “debes ser”, “los espacios asignados”, “los roles prescriptos”, “la buena madre”, “la buena hija”, “la mujer cocinera”, “el ama de casa”, que conjuntamente armarían esa red en la que nosotras deberíamos ser “las mas felices del mundo”, con “libertad” para moverte dentro del metro cuadrado.
La trama vincular aprendida y naturalizada, confronta toda interioridad al punto de hacernos resonar nuestras propias contradicciones que muchas veces por las ansiedades que nos generan preferimos no remover demasiado, escondiendo la basura debajo de una linda sonrisa aceptable socialmente y no tan escabrosa.

ES que para mirarnos en el espejo de la vida hace falta ¡Valor mujer!!!

Valor para recapitular hasta donde sea necesario, valor para aceptarte con todos los errores que cometiste, valor para hacerte cargo de las consecuencias, valor para decir BASTA, valor para hacer las paces contigo misma.
Si quieres hacer una buena construcción deberás tener en cuenta donde edificas y con que materiales.
Nuestra naturaleza es libertad, no existe otro estado de plenitud.
Eres completamente capaz de ser Feliz.
Todo en la vida es una cuestión de actitud, si esperamos pasivamente que alguien nos resuelva la situación puedes quedar por siempre allí o lo que es peor cambiar de carcelero, pero también puedes activar tu energía interior recreándola hasta que te lleve a salir de cualquier situación de obstáculo. Solo allí encontraras motivación y aliento suficiente para VIVIR LA VIDA INTENSAMENTE.

Un abrazo fuerte a todas las mujeres fuertes de Ecuador.


¡Adelante!